Les comunicamos que se encuentra abierta la preinscripción para nuevos ingresantes, para el ciclo lectivo 2024, en todos los cursos y niveles. Tendrán prioridad para la asignación de vacantes los hermanos de alumnos regulares.
La preinscripción se llevará a cabo completando el siguiente formulario.
El Instituto Cabrini es un colegio religioso, perteneciente a la Congregación de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, fundado por la Santa Madre Francisca Javier Cabrini en 1901, durante su segundo viaje a la Argentina. Colegio mixto, con niveles inicial, primario y secundario, de jornada simple y completa y con orientación en valores de la religión católica. Se encuentra ubicado en el barrio de Villa Gral. Mitre, perteneciente a la Comuna 11 de la Ciudad de Buenos Aires.
Se basa en la pedagogia del amor, educando el corazon para la libertad, aspira formar sólidas y maduras personalidades, capaces de decidir y relacionarse con responsabilidad creativa y comprometida. Centra su experiencia educadora en el pensamiento de Madre Cabrini:
...hagan que la de ustedes no sea sólo una escuela de literatura, ciencias, matemáticas, historia, sino de costumbres, de solida moral cristiana. Así habrán hecho un gran servicio, no solamente a la Iglesia sino tambien a la Patria...
El Instituto Cabrini es una comunidad educativa inserta en la misión evangelizadora de la Iglesia a través de la educación. Tiene como misión la educación integral de sus miembros, para favorecer, junto a los procesos de apropiación y generación de nuevos conocimientos, la creación de ámbitos de personalización, socialización y maduración de la fe, asumiendo un compromiso con la justicia, la verdad y la paz, desde la vivencia de una espiritualidad del Sagrado Corazón. Las normativas se orientan a la concreción de la visión y misión institucional armonizando la vida institucional de todos los que conformamos esta comunidad.
En fidelidad al carisma fundacionaI queremos ser agentes proféticos de esperanza y transformación promoviendo el desarrollo integral de la vida en todas sus etapas, propagando el Amor de Cristo en los diversos contextos sobre todo donde la vida es más vulnerable (Const.16 y EG 120). Querernos ser una institución de referencia pedagógico-pastoral comprometida en la formación integral de mujeres y varones capaces de asumir la construcción de una sociedad más justa, solidaria y misionera, según el espíritu del Evangelio y el carisma cabriniano.
Francisca Javier Cabrini, conocida como la santa de los emigrantes, por su trabajo realizado a favor de éstos, principalmente en los Estados Unidos, nace en Sant'Angelo Lodigiano el 15 de julio de 1850, en una familia de agricultores dentro de la cual absorbe la fe y la creencia cristiana vividas con un fuerte compromiso de vida que lleva a poner a Dios como el centro y motor del existir.
Toda la vida de Francisca Cabrini fue marcada desde el principio, se puede decir, casi desde el momento de su nacimiento, por acontecimientos que han sido leídos como acontecimientos que marcaban el paso privilegiado del Dios de la historia y de la vida de ella. Entre estos hechos podemos marcar su nacimiento como momento de alegría y gozo para la familia y, al mismo tiempo, de dolor por el miedo a la pérdida de esta pequeña y débil niña, motivo por el cual el mismo día de su nacimiento recibe el sacramento que nos hace nacer a una vida en Cristo, el Bautismo.
Francisca Cabrini, la Cechina, “era pequeña y muy frágil, características que conservó toda la vida”, pero que no fueron para ella un impedimento sino un medio para dar Mayor Gloria a Dios, motivo de toda su vida como misionera.
La primera formación la recibió de su madre, Stella Oldini, la cual consistió en una enseñanza netamente religiosa y moral. Durante la infancia estudia en Livraga. Rosa, su hermana mayor se ocupó de la educación primaria de su hermana Francisca, y lo hizo en su propia escuela abierta en Sant’Angelo. Rosa Cabrini había cursado sus estudios y conseguido el título de maestra superior en el Instituto de las hermanas Canosianas de Crema. Francisca ya a temprana edad demostró gran capacidad para aprender, como también para “enseñar”. Cumplía una doble misión “de alumna y de ayudante”.
Al terminar la escuela primaria Francisca se inscribe en la escuela normal de Arluno, dirigida por la Hijas del Sagrado Corazón (fundada por Teresa Eustochio Verzeri), lugar donde comienza a tener los primeros contactos con la Espiritualidad del Sagrado Corazón, espiritualidad que con el tiempo tomará como propia para el instituto que más tarde fundará.
Terminados sus estudios, hace sus primeras experiencias como educadora en S. Angelo, en la escuela privada fundada y dirigida por su hermana Rosa. En 1872, fue llamada a Vidardo a realizar una suplencia durante dos años.
En el 1880, después de duros años pasados en “La casa de la Providencia”, funda el instituto de las Misioneras del Sagrado Corazón, y con esto Francisca Cabrini hace realidad el sueño que alimentaba desde la infancia: ser misionera. Dios sabe en el secreto de su corazón porque hasta ese momento no había sido posible. Francisca no sólo soñaba ser misionera sino ser misionera en China, tierra de misión de aquel tiempo. Pero una vez más en el querer escudriñar la voluntad de Dios y en fidelidad a Su Palabra hecha eco en la voz de la Iglesia, recibe del papa León XIII el envío misionero que la llevó no al oriente sino al occidente, no a la China sino a la América.
Al inicio , la actividad misionera-pastoral de las M.S.C. fue dirigida hacia las escuelas y parroquias. En América, a la actividad escolar, se le agrega el trabajo destinado a los emigrantes italianos. Específicamente en los Estados Unidos, en donde trabaja a favor y en defensa de los derechos humanos de los inmigrantes, derechos básicos que se les negaban, tales como: la educación, vivienda, salud, alimentación, etc. El trabajo que Francisca Cabrini realizó con los inmigrantes fue en pro de la dignidad de éstos, a quienes veía como parte integrante del cuerpo de Cristo sufriente que necesitaba ser curado, sanado, reparado con actos concretos. Para tal fin funda hospitales, orfanatorios, escuelas... y, en cada una de estas misiones, va dejando impresa una tonalidad propia de su carisma y de la espiritualidad del amor misericordioso y reparador de Dios, por lo que estos centros tienen como características particulares la acogida y familiaridad.
F. Cabrini, mujer frágil, pero fortalecida en Cristo, no deja pasar un instante de su vida sin trabajar por la difusión del Reino de Dios, pasión que la llevó a vencerse a sí misma, vencer su naturaleza y enfrentarse con desafíos que le presentaban tanto los hombres como la propia naturaleza. Pero ella no podía detener aquello que Dios iba actuando a través suyo, al punto de sentir que las cosas pasaban demasiado rápido como para sentarse a hacer balances o evaluaciones, sólo decía:
Con tu gracia, oh Amantísimo Jesús, yo correré detrás de Ti hasta el fin de la carrera es decir por siempre y para siempre. Ayúdame Jesús, porque los quiero hacer ardientemente y velozmente…
Albergaba en su corazón el deseo de abrazar el mundo entero para llevarlo a Cristo en un abrazo sin fin:
El mundo es demasiado pequeño para limitarnos a un punto; yo quisiera abrazarlo enteramente, y llegar a todas partes…
Madre Cabrini no descansó, se consumió hasta el fin en la misión. Ella no concebía su vida sino era en una total disponibilidad y entrega total a Dios y en fidelidad a una espiritualidad, la del Corazón de Cristo; y que la unía a tantas hermanas dispersas por el mundo, con las que compartía el ideal de hacer amar el Amor, reparar el mundo y consolar al Cristo traspasado en los crucificados de la historia.
Madre Cabrini, educadora, fundadora, misionera, muere en Chicago el 22 de diciembre de 1917. En su corazón jamás dejaron de estar presentes las palabras que pronunció León XIII:
Trabajemos Cabrini, trabajemos, que hay toda una eternidad para descansar
Ella trabajó sin descansar con la convicción que era Dios el que actuaba, que Jesús vivía en ella y ella no sabía vivir si no era en Jesús:
Señor me has hecho tocar casi palpablemente que tú eres el que actúa, que tú has hecho todo y que yo no soy sino instrumento en tus manos... Tu sólo eres el que hace todo, y yo no soy más que espectadora de las bellas y grandes obras que Tú sabes hacer…